Qué es la Sororidad: ¿la conocemos y la practicamos?
Se acerca el 8 de marzo, el Día de la Mujer, que además coincide con mi tercer aniversario del blog (¡3 años ya!, cómo pasa el tiempo…)
Así que me ha parecido un buen momento para recuperar este texto que en su día escribí sobre la sororidad, como colaboración en otro blog.
La sororidad, una palabra hermosa, ¿no creéis? Una palabra con la que se te llena la boca, llena de ritmo y entonación. Si fuera una nota musical, sería indudablemente redonda.
Pero, ¿sabemos lo que significa? Está relacionada directamente con la solidaridad entre mujeres. Fraternidad y hermandad. Solidaridad y empatía. Grandes palabras, conceptos tan inmensos que a veces parecen inabarcables…
Si investigamos un poco, veremos que ya don Miguel de Unamuno se percató del vacío que dejaba la palabra “fraternal” (que viene del latín frater= hermano).
“[..] ¿Fraternal? No: habría que inventar otra palabra que no hay en castellano. Fraternal y fraternidad vienen de frater, hermano, y Antígona era soror, hermana. Y convendría acaso hablar de sororidad y de sororal, de hermandad femenina.”
Y realmente da qué pensar el que ya por aquel entonces (año 1921) fuera necesario hacer hincapié en ello.
Las mujeres deberíamos estar unidas, puesto que tenemos muchas cosas en común. Idénticos temores, las mismas esperanzas, la lucha por las desigualdades que acontecen en un momento dado…
Sororidad es apoyo entre mujeres
La sororidad implica todo esto y más: apoyo y comprensión pero (y aquí viene lo difícil del tema) entre nosotras mismas. ¿Por qué somos las propias mujeres las que muchas veces intentamos ponernos la zancadilla?
Sororidad no significa dar por bueno todo lo que otra mujer diga o haga, de forma estática, sin reflexión ni criterio. Pero sí implica respeto y ausencia de menosprecio. Y conlleva la tan ansiada libertad.
Al fraternizar con otras mujeres, debemos aprender a empatizar con ellas. Esto nos hará comprender la complejidad de sus sentimientos y emociones. Oír a otra persona va más allá, quiere decir escucharle, profundizar en lo que de verdad siente en ese momento. Es muy fácil juzgar un acto ajeno, sin tener en cuenta las vivencias, experiencias y circunstancias que han podido llevar a que esa otra persona actuara así, de ese modo.
¿Acaso lo que cada una de nosotras pensamos es la auténtica realidad, la verdad más absoluta? No creo que seamos quién para pensar que nuestra forma de proceder sea mejor que la de nadie. Así que, si no existe sororidad entre mujeres suele deberse a este tipo de factores: diferencia de opiniones, malinterpretaciones de la forma de proceder de cada una, envidias, rencillas o disputas… En muchas ocasiones son nimiedades, que con comprensión y diálogo podrían evitarse.
Sororidad implica comprensión y empatía
Practicar la empatía nos ayuda a ampliar nuestros conocimientos y con ello a enriquecer nuestro mundo con nuevas perspectivas y puntos de vista. Es probable que de este modo descubramos que nuestras ideas y pensamientos en realidad no estaban tan alejados de los de la otra persona. Además, es una de las bases para construir relaciones sólidas y enriquecedoras.
Para ello, como digo, es necesario ponerse en el lugar de las demás mujeres. Pero no sólo eso, sino también saber escuchar, mostrar comprensión, prestar ayuda (sobre todo emocional) cuando es necesario. Pero nunca a través de críticas crueles y dañinas, sino de consejos bienintencionados y constructivos.
Mostrando cercanía e interés, hablando y dialogando, se puede aprender mucho. Cada mujer tiene la capacidad de aportar sus propios conocimientos y eso puede beneficiarnos a todas.
La sororidad en la maternidad
En lo que se refiere a la maternidad, por ejemplo, las mujeres podemos ayudarnos mucho entre nosotras. Compartir vivencias, experiencias… Está claro que cada una lo vivirá a su manera, pero creo que es importante el sentimiento de pertenencia. En muchas ocasiones escuchamos la palabra “tribu” y es un modo de representar la unión y la fortaleza. La idea de sentirse protegido, acogido y comprendido.
Cuando una misma tiene dudas, o necesita ayuda, o se desorienta, y hay allí una mano tendida que le apoya, que no le juzga. Que le escucha. Cada una de nosotras vive la maternidad y la crianza de un modo diferente. Y ninguno de ellos es el mejor, todas intentamos hacerlo lo mejor posible, de eso no cabe duda.
Intentemos todas practicar la sororidad, ¿es tan difícil? ¿Por qué no sabemos calzarnos los zapatos de las demás?
¿Somos más críticas entre nosotras?
En tantas ocasiones he visto criticar, relegar a un segundo plano, incluso menospreciarse las unas a las otras… a veces por el simple hecho de ser mujeres también. En la infancia, en el trabajo, en los medios… Sí, aunque parezca increíble, pienso que nos juzgamos más duramente entre nosotras. Lo que hacemos, lo que decimos, cómo nos vestimos, cómo nos comportamos…
Manteniendo antiguos estereotipos y, peor todavía si cabe, reforzándolos. ¡Incluso más todavía si entra en juego alguien del sexo opuesto! ¿Es que pensamos que menoscabándonos entre mujeres, encontraremos mayores privilegios?
Es ese nivel de competencia, quizás demasiado arraigado en nosotras, el que nos impide ver el valor de nuestra alianza. Íntimamente relacionado con la igualdad de género, pero no sólo propiedad de las mujeres que se definen como feministas.
Un concepto que trasciende culturas y creencias. Porque pensad: ¿Qué sería de nuestra historia sin el aliento y el apoyo de otras mujeres? No somos rivales, aprendamos a acercarnos y tendernos lazos.
Si las mujeres compartimos muchos de nuestros ideales, deberíamos colaborar para intentar alcanzar nuestros objetivos en común. Cuando se cree en algo, ¡si estamos juntas… todo es posible!
¿Qué opinas tú sobre la sororidad? ¿Crees que es posible alcanzarla?